Viajes Mortera en Marruecos

Tan solo 11 km nos separan de las costas de este hermoso país. Por ello, Marruecos es uno de los destinos preferidos por viajeros españoles y Viajes Mortera no ha querido ser menos.

Esta semana pasada, Viajes Mortera me dejó escaparme unos días de la agencia y volver a este país que tan encantada me tiene. Mi tercera vez en Marruecos pero aún me quedas mil rincones por descubrir. 

Los dos primeros días los pasé en Marrakech, y pese a haberme movido ya por sus calles laberínticas (y muchas sin salida), seguía perdiéndome por ellas. Para mi esto no suponía problema alguno ya que lo mejor de esta ciudad es perderse por sus calles, cuanto más alejadas de la Plaza mejor. Hablar con los locales, adentrarte en sus pequeñas tiendas y descubrir todos los tesoros que estas esconden. Alfombras, babuchas, figuras talladas en madera, cuero… ¡Agradecerás haberte perdido, créeme!.

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palacio
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Tras visitar sus lugares más simbólicos, palacios, jardines y por supuesto haber dormido en un Riad (nosotros en concreto nos alojamos en Riad Dar Tmania) y disfrutar del servicio tan atento y personalizado, pusimos rumbo a la costa marroquí. Con un clima mucho más suave y agradable y no los 36ºC de Marrakech, pasamos unos días en Agadir. Esta animada ciudad, situada en la costa atlántica, nos permitió disfrutar de la playa y de todos sus rincones porque aún era temporada baja. 

Cantidad de Resorts en primera línea de playa, sin duda un paraíso que pocos conocen y es que como digo, a penas había turismo, ¡éramos la única pareja alojada en nuestro hotel!. Creo que no me encontré con ningún español en Agadir, a veces hasta me resultaba extraño… 

Uno de los días, decidimos ir a Paradise Valley, como bien indica su nombre, un auténtico paraíso, un oasis dentro de un inmenso palmeral. Tras un paseo por el valle, llegábamos a la zona más bonita del mismo. Cuatro preciosas piscinas naturales, formadas por el rió que bajaba de las montañas, permitían a los atrevidos como nosotros darnos un baño en sus aguas. Lo mejor, sin duda alguna, adentrarte en los palmerales y caminar sin rumbo, así descubrimos otras zonas del río en las que el turismo no paraba. ¡Desde luego, un lugar que nunca olvidaré!.

El guía autóctono nos comentaba lo difícil que le resultaba trabajar como guía turístico durante el periodo que dura el Ramadán y es que tener que exponerte tantas horas al sol, andar varios km y no parar de hablar, es complicado si no puedes beber agua ni refrescarte durante las horas diurnas. Todo un esfuerzo que le agradecimos enormemente.

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De Marruecos yo me quedo sin duda con sus desayunos, completísimos, que casi te permitían aguantar hasta la merienda. Sus zumos de frutas, siempre naturales, frescos y baratísimos. No me olvido de su gente, que pese a parecer cerrada a simple vista, nunca dudan en ofrecerte su ayuda, siempre atentos y respetuosos, no dudéis en acercaros a ellos, hablar y conocer aspectos de su cultura y tradiciones, ¡es una experiencia muy enriquecedora!. Pero sin duda alguna, como ya he dicho, lo mejor, caminar sin rumbo y observar, siempre habrá algo que te sorprenda. 

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